Nuestro viaje con la música de Cheb Bakr comenzó cuando Yousef Alhoush, cuyo padre Najib Alhoush dirigió La Música Libre desde Libia, nos prestó generosamente cajas de casetes para digitalizar. Con la ayuda de un periodista que viajaba de Trípoli a El Cairo, llevamos las cintas y una pletina de alta calidad a Egipto. Durante tres días, en una habitación de hotel de la isla de Zamalek, en El Cairo, examinamos casi 100 cintas y finalmente nos quedamos con varias de Cheb Bakr que databan de finales de los 90 y principios de los 2000. Sus álbumes destacaban por la frescura de su sonido, que desafiaba los géneros: las voces de Bakr fluían sin esfuerzo sobre ritmos de R&B y hip-hop con toques de jungle y percusión drum and bass, creando una fusión que traspasaba las fronteras culturales y musicales.
De vuelta a Berlín, profundizamos en las cintas digitalizadas, identificando grupos, cantantes y productores que nos entusiasmaban. En el proceso, nos dimos cuenta de que había versos de rap familiares en algunos de los temas de Bakr: versos de nada menos que Ahmed Ben Ali, que estaba a punto de publicar un álbum con Habibi Funk. Cuando le preguntamos a Ahmed por su relación con Bakr, nos explicó que habían colaborado estrechamente en los estudios Jamaica de Bengasi, y que Ahmed incluso había producido algunas de las canciones de Bakr.