Nombrar a Raffaella Carrà es aludir directamente a una parte de nuestras vidas y de nuestra memoria sentimental; a esas canciones que derrochaban alegría e inspiraban libertad y a esos programas que nos mantenían pegados a la televisión y que nos conducían a un mundo de fantasía. Pronunciar el nombre de esa italiana que siempre adoraremos nos trae a la cabeza canciones como «Hay que venir al sur» o «Fiesta» y estribillos como ese que decía «Explota-explota-me-expló» y que, a pesar de contar con casi cinco décadas de vida, sigue intacto en el imaginario colectivo de cinco generaciones.Pero Raffaella es mucho más que esa artista divertida que contagiaba entusiasmo y una vitalidad desbordante con la que muchos crecimos y otros tantos vivieron sus mejores años de juventud. Detrás de esa rubia pizpireta se esconde una vida llena de éxitos, alguna que otra desilusión, mucho trabajo, logros conseguidos y caminos sabiamente elegidos.'Nada es eterno salvo la Carrà' es una biográfía que pone en valor lo que significó como artista y nos desvela quién fue en realidad tanto dentro como fuera de los escenarios. ¿Cómo era