Pajaro Sunrise tiene nuevo disco y eso es una muy buena noticia. Una maravillosa colección de canciones que capturan, casi sin querer, la complejidad de la vida moderna. Desde su último álbum, Man Of Many Faces, los días de Yuri Méndez han estado ocupados en cinco mudanzas, una pandemia, diversas bandas sonoras y el lanzamiento sorpresivo de tres singles en castellano. Y a pesar de —o gracias a— las muchas cajas sin abrir, el trabajo de estudio, las emergencias globales y un número innecesariamente grande de habitaciones distintas, de esos años convulsos surgió un disco luminoso que habla con lucidez del paso del tiempo, de las expectativas truncadas que anuncian liberaciones y de envejecer no como un drama, sino como el largo proceso de “aprender a no preocuparse y a amar la bomba”.A lo largo del disco brillan la ironía, como en ‘Small Circus, So Many Clowns’ o ‘Parking Lot’, y la inocencia más pop de ‘Devotion’ o ‘Hey Matisse’; combinadas también con los momentos más sombríos de Pajaro Sunrise, como ‘The Mute And The Blind’, ‘Shallow Waters’ o ‘Inhale’, donde la voz de Méndez alcanza un nuevo grado de madurez sin despojarse completamente del candor de sus primeros álbumes. Pajaro Sunrise es un espécimen extraño en la música independiente española, un tipo que va por libre con un catálogo de canciones excepcionales, reconocidas también más allá de nuestras fronteras. El leonés es un artesano, y ha despachado un disco redondo sin renunciar a que en algunas canciones se asomen Mark Fisher o Ken Kesey y en otras suenen trompetillas mofleteras post-lacanianas sin vergüenza ninguna.