Estamos ante uno de los cancioneros más conmovedores de la literatura catalana contemporánea. Pepe Sales arrolla a los lectores con su fuerza lírica y su canallería fabricada en la cárcel, los antros bajo el impulso constante del huidor. Su música es capaz de abrirse paso a martillazos a través de un contexto social represivo imposibilitando cualquier acallamiento. Una voz que florece en la periferia compartiendo su vitalismo contagioso capaz de convertir el deseo enuna política, el sarcasmo en una fiesta. Víctor Obiols encuentra en su poesía un «nihilismo lúcido, rabia ceñida a un verso, intransferible visión sobre el país que le ha tocado vivir, ironía contra las tinieblas, remanso en la melancolía o en el tedio. Canciones llenas de cosas suyas, «trozos de vida». De amor y droga, como las quiso bautizar».
Adentrarnos en este libro es también hacer un ejercicio de memoria, evitando la pérdida de las vidas efímeras o, al menos, postergando un conocimiento frágil de mundo. También es un viaje de conexiones entre lenguas vecinas, de vidas abriéndose paso a través de la palabra, antes de que los gestos sean posibles.
Pepe Sales es culpable. ¿Qué decir? Sus versos están atravesados por la música, la droga, la represión franquista, la disidencia sexual. Culpable de obscenidad, grito inyectado en vena, cítara cantarina, luz de verborrea. En su poesía está tatuado el talego y su jerga. El dolor rezuma entre frases que parecen susurradas: «Belloperegrino / ¿quieres hacerlo conmigo? / Bello peregrino, /quédate por aquí». El artista nos dispara una compleja política que hace uso de todas las cadenas que prometen una liberación, pero que subyugan. En él reconoceremos todas estas cosas, inundadas por un cruel optimismo,una asombrosa ternura.
Adentrarnos en este libro es también hacer un ejercicio de memoria, evitando la pérdida de las vidas efímeras o, al menos, postergando un conocimiento frágil de mundo. También es un viaje de conexiones entre lenguas vecinas, de vidas abriéndose paso a través de la palabra, antes de que los gestos sean posibles.
Pepe Sales es culpable. ¿Qué decir? Sus versos están atravesados por la música, la droga, la represión franquista, la disidencia sexual. Culpable de obscenidad, grito inyectado en vena, cítara cantarina, luz de verborrea. En su poesía está tatuado el talego y su jerga. El dolor rezuma entre frases que parecen susurradas: «Belloperegrino / ¿quieres hacerlo conmigo? / Bello peregrino, /quédate por aquí». El artista nos dispara una compleja política que hace uso de todas las cadenas que prometen una liberación, pero que subyugan. En él reconoceremos todas estas cosas, inundadas por un cruel optimismo,una asombrosa ternura.