Se escucha el sonido de un casete introduciéndose en un reproductor. Una guitarra fantasmal empieza a sonar. Se suma un bajo marcial y una batería que no se sabe si es batería o caja de ritmos, qué más da. Llega la voz y ya no hay dudas: es Depresión Sonora. Nadie canta así, nadie suena así, nadie tiene esta altísima capacidad de conectar con su generación. Personalidad desbordante que se escapa de los confines del pop actual para habitar un lugar propio, atemporal.