2022 Sonido Muchacho
En el universo pop a menudo se señala con cierta ligereza a determinados músicos como adelantados a su tiempo, visionarios capaces de predecir el camino por el que transitarán las próximas tendencias musicales. Más allá de su carácter futurista, evidente con tan solo una escucha superficial, de la música de Erik Urano podría decirse que existe en otra dimensión conectada a la nuestra y que funciona como una siniestra premonición del lugar hacia el que inexorablemente nos estamos dirigiendo.
Si Neovalladolor funcionó como anticipo de lo estaba por venir, Qubits podría definirse como un estado de ánimo tras dos años de reclusión, restricciones, pérdidas y cortocircuitos emocionales varios. “Haiku” es una palabra que se repite a menudo en las canciones de Urano, no por casualidad. Sus letras, más que explotar lo narrativo, funcionan como disparos al subconsciente, de la misma forma que los poemas japoneses apelan al elemento emocional por encima de elementos discursivos. Así, a lo largo del disco términos como “sistema”, “bots”, “data”, “clones” o “pantallas”, determinan el paisaje por el que transitan estas once canciones.