"Pero dejemos que el jazz-band zarandee de lo lindo la seriedad del mundo y demuestre, a ratos, que él también tiene su corazoncito, y escribamos al dorso de los menús ya comidos, y sobre los que hay impresas lágrimas de vino, los pensamientos que la vorágine del jazz-band nos sugiere, y después, como náufragos marineros del jazz-band, echemos al lector en la botella vacía del Champagne los últimos pensamientos de la tempestad".