Marcelo Criminal | La última casa de apuestas [Vinilo Naranja]
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Las victorias nublan el recuerdo y dan una pátina fulgurante a todo tiempo pretérito, incluidos esos episodios oscuros que en el relato se tornan olvidables. No es el caso de Marcelo Criminal, desde luego. Sabe que la vida no funciona así: como él mismo canta, se asemeja a los profesores de Educación Física, quienes aparecen durante un periodo de la vida y no vuelven jamás. Tampoco es que él haya sido un abonado al triunfo (salvando algún escarceo con el pop de masas) pero, aunque lo fuera, sus ojos escupirían la mirada de un personaje secundario sin diálogo, a la sombra del superhéroe.

En definitiva, si Marcelo ganase la lotería mañana, al entrevistarle la televisión, acodado en la barra de aluminio del bar de debajo de su casa, no sólo hablaría de los agujeros que ahora podría tapar, sino que también veríamos un miedo aterrador e infantil recorrer su rostro, atravesando el brillo de sus gafas de pasta (un repentino brote de “¿qué hago yo aquí?”). ‘La Última Casa de Apuestas’ no es un disco que nos hable de la derrota, aunque tampoco trate abiertamente la victoria, como expresa su título a modo de microcuento. El cuarto álbum del murciano se ocupa de toda esa inmensidad gris y existencial que cabe entre un extremo y el otro.

Los laberínticos pasillos de El Corte Inglés, el Parque de Fofó, la Avenida de Juan Carlos I y el bajo de su psicoanalista (donde, por cierto, quedó atrapado) suponen un paseo por la memoria sentimental del cantautor lofi a ritmo de pop de habitación auténtico. Los rasgueos mediosos, las cajas de ritmos minimalistas y la dicción destartalada que parte sílabas a sus anchas acompañan a estas historias trágicas y cotidianas de incomprensión y timidez; de dificultad para hacerse entender sobre algún asunto intelectual; de indecisión frente al sábado noche. Todas ellas, y en apenas cortes de un minuto, muestran la eterna ‘contradicción marceliana’ (y ya casi que podemos hablar de ello como un tópico literario).

"El niño Marcelo” (como una vez le llamaron en prensa) se sirve de un imaginario presente confundible con otro de carácter freudiano en pasajes que se saben bajo el signo de las burlas y risas de recreo. Pero Marcelo Criminal, de voz grave, nombre amenazante y teclado ruidoso, se explaya a lo largo de estos 21 relatos en forma de canción que ocupan este LP, y no importa si la naturaleza de estos son la autoficción, la dramatización, el ilusionismo irónico o la pura fantasía — ahí podemos verle vestido de poeta-soldado como Garcilaso frente a unos grandes almacenes.

El 29 de septiembre saldrá a la venta este cancionero indispensable de la mano de la casa discográfica Sonido Muchacho. Eso sí, tenga cuidado de no perderse en los pasillos de su tienda de confianza al ir a buscarlo.