Lovemonk
De vez en cuando surgen discos inesperados que se convierten en clásicos. “El Evangelio según mi jardinero” (2006) de Martín Buscaglia es una maravilla que bascula entre la psicodelia latina, el funk tropicalista y el pop; y claro, se merecía estar editado en Glorioso Vinilo.“Cerebro, cerebro, gracias por estar en mi cabeza y no en mi rodilla, si no no podría hincarme a rezar ni cumplir esa promesa que no puedo revelar”. Bienvenido al maravilloso mundo del genio uruguayo del pop, Martín Buscaglia. Así empieza “El Evangelio según mi jardinero”, su cuarto disco y el segundo en Lovemonk, con colaboraciones estelares de Arnaldo Antunes y Juana Molina.“El Evangelio” es una estupenda colección de canciones deliciosamente descaradas y brutalmente honestas de un hombre que tuvo la suerte de nacer en la casa de Montevideo donde a mediados de los 70 se reunían Hugo Fattoruso (de Opa, entre otros muchos), Eduardo Mateo, Rubén Rada o Urbano Moraes (estos últimos de los míticos innovadores del candombe, El Kinto). Los escuchaba componer y divagar muerto de sueño sin querer irse a la cama y sin que nadie lo mandara acostar. Ellos y otros héroes como Marvin Gaye, Tom Waits, Stevie Wonder y Jorge Ben han tenido una influencia permanente en la música de Buscaglia, y “El Evangelio” no es una excepción. Martín escribió la mayor parte del material en el disco y toca todo tipo de instrumentos, tanto convencionales como no tanto (la ravanahatha – un antiguo instrumento de cuerda utilizado en el sur de Asia, diferentes juguetes como el dispositivo Simon y un carrusel).“El Evangelio según mi jardinero” es una obra deslumbrante que lo mismo te hace vibrar la cadera que te lleva de la mano por parajes infantiles. Está luego esa complejidad de apariencia simple con temas de un solo acorde pero que son imposibles de seguir dando palmas. La voz de un músico que, como João Gilberto, no grita nunca, pero como un niño borracho dice solo la verdad. Incluso 17 años después, sigue sonando tan fresco como cuando salió.