El rescate del único disco de la Orquesta La Solvencia simboliza muy bien el sentido cabal de la misión del sello El Palmas, obstinado en mantener viva la historia de la salsa en Venezuela, recuperando la música intrépida y genuina con la que se construyeron los pilares del género.
En la época en la que apareció este álbum, editado originalmente por el sello Corpodisco en 1980, “se tocaba guaguancó, guaracha, son y merengue, pero los ritmos latinos todavía no estaban etiquetados definitivamente como salsa”, cuenta Felipe Díaz, cantante de La Solvencia.
Había muchas orquestas de este tipo en Venezuela. Solían recorrer en cada temporada decenas y decenas de pueblos para animar las fiestas de distintos santos patronos, celebraciones populares en las que la gente se entregaba al baile en un clima de trance colectivo.
La combinación del groove natural y contagioso de los temas de La Solvencia con letras que pintan con trazos tan simples como certeros la vida cotidiana de la gente de a pie, sus alegrías y decepciones, sus urgencias y sinsabores, transformó a la agrupación en una de las favoritas del público salsero de Venezuela.